Natural de Varsóvia, na Polónia, Marie Curie estudou em Paris, numa época em que mundo universitário e científico era essencialmente masculino.
Licenciou-se em 1.º lugar em Ciências Matemáticas e Física, na Sorbonne, onde foi a primeira mulher a leccionar.
Juntamente com o marido, Pierre Curie, estudou os fenómenos da radiação, recebendo ambos o Prémio Nobel da Física, em 1903; foi a primeira mulher com tal distinção.
Em 1911, já viúva, Marie recebe o Nobel da Química «em reconhecimento (...) pela descoberta dos elementos rádio e polónio [em homenagem à Polónia], o isolamento do rádio e o estudo da natureza dos compostos deste elemento».
Numa atitude verdadeiramente altruísta, o casal Curie não registou a patente do processo de produção do rádio nem da sua aplicação no tratamento de cancro e outras doenças.
Muito do que se faz hoje na medicina nuclear deve-se ao caminho aberto por Marie Curie e da aplicação das suas descobertas ao serviço da humanidade.
La hice primero de aire. Luego subí en el aire la bandera y la dejé colgada del firmamento, de la estrella, de la claridad y de la oscuridad.
Cemento, hierro, vidrio, eran la fábula, valían más que el trigo y como el oro, había que buscar y que vender, y así llegó un camión: bajaron sacos y más sacos, la torre se agarró a la tierra dura -pero, no basta, dijo el constructor, falta cemento, vidrio, fierro, puertas-, y no dormí en la noche.
Pero crecía, crecían las ventanas y con poco, con pegarle al papel y trabajar y arremeterle con rodilla y hombro iba a crecer hasta llegar a ser, hasta poder mirar por la ventana, y parecía que con tanto saco pudiera tener techo y subiría y se agarrara, al fin, de la bandera que aún colgaba del cielo sus colores.
Me dediqué a las puertas más baratas, a las que habían muerto y habían sido echadas de sus casas, puertas sin muro, rotas, amontonadas en demoliciones, puertas ya sin memoria, sin recuerdo de llave, y yo dije: "Venid a mi, puertas perdidas: os daré casa y muro y mano que golpea, oscilaréis de nuevo abriendo el alma, custodiaréis el sueño de Matilde con vuestras alas que volaron tanto."
Entonces la pintura llegó también lamiendo las paredes, las vistió de celeste y de rosado para que se pusieran a bailar. Así la torre baila, cantan las escaleras y las puertas, sube la casa hasta tocar el mástil, pero falta dinero: faltan clavos, faltan aldabas, cerraduras, mármol. Sin embargo, la casa sigue subiendo y algo pasa, un latido circula en sus arterias: es tal vez un serrucho que navega como un pez en el agua de los sueños o un martillo que pica como alevoso cóndor carpintero las tablas del pinar que pisaremos.
Algo pasa y la vida continúa.
La casa crece y habla, se sostiene en sus pies, tiene ropa colgada en un andamio, y como por el mar la primavera nadando como náyade marina besa la arena de Valparaíso,